jueves, 26 de junio de 2008

aprehender a fiarme de Dios

Hoy escuché calladamente a una mujer que lucha por su vida y da gracias a Dios por cada segundo que le permite existir; cada segundo que puede respirar, aunque incomodamente, pero para ella eso es bastante y demasiado, para un diagnóstico de vida de seis meses, y que ahora goza de dos años, inexplicablemente para los médicos pero no para ella que tiene cancer pulmonar, y sabe que ahora está haciendo la llamada: metástasis.

Con esfuerzo en el hablar, pues le cansa pronunciar palabras, ella es feliz compartiendome su experiencia de Dios, de cómo él la tiene con vida para dejar boquiabierto a los "galenos" de los nosocomios. Su esposo sufre con ella al verla, el escucharle quejarse calladamente, el ver que se apaga y se enciende como una vela que llega a su fin pero no sabes cuando, cuidandole que no pierda, en la medida de lo posible, su escasa cera.

Yo sólo contemplaba atento su vida, su hablar, pues nunca antes había sentido la vida pender de tan poco. Preguntarse sobre lo que Dios puede querer con esto, desear con esto, en esta situación es dificil ponerlo en palabras reales y claras. El tiempo se me iba rápido como si a saltos el minutero fuera.

Excelentes cosas escuché, la sentía y ella se expresaba sin miedo a nada ni a nadie, sólo con la confianza puesta en Dios una y mil veces, sin miedo a la muerte, con la tarea cumplida. Pensé en tantas personas que temen a la muerte y se aferran a la vida sin tener las cosas poco claras, ella aparecía aferrada sólo a Dios y por eso podía decir muy bien lo que decía con seguridad.

Transcribir a palabras pierde mucho la experiencia que he vivido, sé que ayuda a mis pocos años e ignorantes días de esta vida mía en el mundo; pues sencillas y profundas experiencias hacen la vida mejor y más honda.

Después del sacramento de la Unción y rezar, acepté un café decidiendome aprender a fiarme mejor de Dios.

domingo, 22 de junio de 2008

No tener miedo a equivocarse. ¡EQUIVOCATE!

Sé que hoy no es jueves, sin embargo me apremia este artículo del conocido, por algunos, Sr. Coehlo. Leo y me resulta muy interesante, por eso lo comparto contigo que puedes leer estas palabras, para que te animes a dar pasos en todo lo loable que hagas y quieras hacer. Que las palabras y/o frases resaltadas abajo en el texto te ayuden para que puedas "equivocarte" y transformes el mundo. Creéme no estás sólo en esto.

El acto de escribir y el lector (título original)
Por Paulo Coelho. Escritor http://www.paulocoelhoblog.com/

"Hay dos tipos de escritores: unos hacen pensar, y otros hacen soñar", dice Brian Aldiss, que durante mucho tiempo me hizo soñar con sus libros de ciencia ficción. Pensando en su frase y en mi oficio, resolví escribir unas tres columnas sobre el tema. Me parece, en principio, que todos los seres humanos de este planeta tienen por lo menos una buena historia que contar a sus semejantes. Recojo a continuación mis reflexiones sobre algunos elementos importantes en el proceso de creación de un texto.

EL LECTOR
Todo escritor debe ser, antes que nada, un buen lector. Quien se aferra a los libros académicos y no lee lo que escriben los demás (y no me refiero solo a libros, sino también a blogs, columnas de periódicos, etc.) nunca llegará a conocer sus propias cualidades y defectos.

Por lo tanto, antes de comenzar cualquier cosa, debes buscar a personas interesadas en compartir sus experiencias mediante la palabra.

Yo no digo: "Acércate a otros escritores", sino: encuentra a personas con diferentes habilidades, porque escribir no se diferencia de cualquier actividad realizada con entusiasmo.

Tus aliados no serán necesariamente aquellas personas a las que todos miran, deslumbrados, y afirman: "Es el mejor". Muy al contrario: es gente que no tiene miedo de equivocarse y que, por eso mismo, se equivoca. Por la misma razón, no siempre se reconoce su trabajo. Pero estas son las personas que transforman el mundo, y que, después de muchos errores, logran algún acierto que revoluciona para bien la vida de su comunidad.

Son personas que no consiguen estar de brazos cruzados, esperando que las cosas sucedan, para poder después decidir cuál es la mejor manera de contarlo: van decidiendo a medida que actúan, incluso sabiendo que eso puede ser muy arriesgado.

Convivir con este tipo de personas es importante para un escritor, porque este debe entender que, antes de ponerse frente al papel, debe ser lo bastante libre como para cambiar de dirección a medida que su imaginación viaja. Después de escribir una frase, debe poder decirse a sí mismo: "Mientras escribía, recorrí un largo camino, y ahora concluyo este párrafo con la conciencia de que arriesgué lo necesario, y di lo mejor de mí mismo".

Los mejores aliados son los que no piensan como los demás. Por eso, mientras buscas a tus no siempre visibles compañeros (pues raramente se produce el encuentro entre el lector y el escritor), haz de creer en tu intuición y no le prestes oídos a los comentarios ajenos. Las personas siempre juzgan a los otros con el modelo de sus propias limitaciones, y a veces la opinión de la comunidad está llena de prejuicios y miedos.

Únete a los que nunca dijeron: "Hasta aquí he llegado, no puedo seguir". Porque de la misma manera que al invierno lo sigue la primavera, nada puede parar: tras alcanzar el objetivo es necesario recomenzar, usando siempre todo lo aprendido en el trayecto.
Únete a los que cantan, cuentan historias, disfrutan de la vida, y tienen alegría en los ojos. Porque la alegría es contagiosa e impide siempre que las personas se dejen paralizar por la depresión, por la soledad, y por las dificultades.

Y cuenta tu historia, aunque solo sea para que la lea tu familia.