jueves, 21 de febrero de 2008

Diario abierto...

Los cambios son buenos. Son a veces necesarios y provechosos pues traen renovación y replanteamiento de las cosas, de la vida misma llevada hasta el momento.

Los cambios son mejores oportunidades para ver lo que uno ha hecho hasta el momento y ver lo que puede conseguir en el futuro; es como verse hasta donde uno puede llegar. El cambio es reto en la vida, es enfrentamiento con uno mismo, con la propia rebeldía que puede producirse dentro de uno… dentro se si.

El cambio es oportunidad a la libertad personal, a la elección que uno ha hecho en la vida, y lo que la diferencia es la actitud y la exigencia con que uno quiera vivir su vida y quiera tomarse la vida en serio.

Esta vez tengo yo dicha oportunidad. Puedo decir muchas cosas, y puedo tomar varias actitudes, algunas más justificables y otras más descabelladas, por lo tanto quiero elegir la que va con la vida que opté, yo lo sé; aunque podría tentar… pero quizá mejor la deje para otra oportunidad, que espero nunca llegue.

Dejo una comunidad de diez para pasar a una comunidad de cuatro hermanos, y eso! De compartir la fe y la eucaristía con cincuenta fieles a compartirla con quinientos! De reunirme bajo un techo de fierros oxidados y esteras apolilladas con sus generosas dosis de tierra que pasea el viento, a reunirme bajo un techo de cien mil dólares y ambientes remodelados y/o en proyección, limpiados diariamente.

Prefiero siempre lo primero a lo segundo dicho. Comprendo cosas que no comprendía, pues dejando las cosas, uno las vuelve a valorar de manera diferente. Dios me bendiga aquí y ahora, donde esté; pues yo sólo elegí a él, el resto es añadidura.

Concluyo esto para comenzar a dejar, y aprender a no atarme. Concluyo para irme de soledad y acompañado; para pesar, para colar, para separar y marginar. No me voy al desierto como Jesús, pero tendré igual de tentaciones, y no serán 40 días con sus 40 noches, sino sólo cinco días con cuatro noches.

Continuaré ahora desde Salamanca, en la Comunidad parroquial Nuestra Señora de la Esperanza, cerca del colegio, y como siempre, queriendo estar cerca de la gente..., espero que renovado sea mi regreso. San Benito me abrirá las puertas de su Monasterio en Lurín por estos días antes de anclar en Salamanca.
Hasta pronto.