Hoy escuché calladamente a una mujer que lucha por su vida y da gracias a Dios por cada segundo que le permite existir; cada segundo que puede respirar, aunque incomodamente, pero para ella eso es bastante y demasiado, para un diagnóstico de vida de seis meses, y que ahora goza de dos años, inexplicablemente para los médicos pero no para ella que tiene cancer pulmonar, y sabe que ahora está haciendo la llamada: metástasis.
Con esfuerzo en el hablar, pues le cansa pronunciar palabras, ella es feliz compartiendome su experiencia de Dios, de cómo él la tiene con vida para dejar boquiabierto a los "galenos" de los nosocomios. Su esposo sufre con ella al verla, el escucharle quejarse calladamente, el ver que se apaga y se enciende como una vela que llega a su fin pero no sabes cuando, cuidandole que no pierda, en la medida de lo posible, su escasa cera.
Yo sólo contemplaba atento su vida, su hablar, pues nunca antes había sentido la vida pender de tan poco. Preguntarse sobre lo que Dios puede querer con esto, desear con esto, en esta situación es dificil ponerlo en palabras reales y claras. El tiempo se me iba rápido como si a saltos el minutero fuera.
Excelentes cosas escuché, la sentía y ella se expresaba sin miedo a nada ni a nadie, sólo con la confianza puesta en Dios una y mil veces, sin miedo a la muerte, con la tarea cumplida. Pensé en tantas personas que temen a la muerte y se aferran a la vida sin tener las cosas poco claras, ella aparecía aferrada sólo a Dios y por eso podía decir muy bien lo que decía con seguridad.
Transcribir a palabras pierde mucho la experiencia que he vivido, sé que ayuda a mis pocos años e ignorantes días de esta vida mía en el mundo; pues sencillas y profundas experiencias hacen la vida mejor y más honda.
Después del sacramento de la Unción y rezar, acepté un café decidiendome aprender a fiarme mejor de Dios.
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