Alemania, Ciudad que se reconstruye cada día!
Como dice el poeta alemán Johann Wolfgang Goethe:
“No conocemos a los hombres cuando vienen a vernos;
tenemos que visitarlos a ellos para averiguar cómo son”
…regalo que por gracia y misericordia de Dios, -pues los mejores regalos son cuando no los esperas y ni lo imaginas llegar-, me llovió en plena primavera típica limeña un vuelo a Berlín. Con las concesiones en maleta me aventuré esta vez al este de Europa, al famoso otoño con hojas caídas.
Desde que partí de Palma de Mallorca hacia Alemania fue fascinante e increíble. Ingresar solamente en la nave aérea de una compañía alemana, -no mencionaré el nombre por razones mercantiles-, que me llevaría a Berlín, capital del mencionado país –para los desubicados- me hizo ver que ya estaba en otro ambiente aunque la nave se desplazaba aún por pista ibérica.
Empezar a escuchar esta curiosa y extraña lengua germana que pronunció algún día genialidades como Beethoven, Bach, Brahms y Wagner; poetas como Goethe, Lessing y Schiller; filósofos como Kant, Hegel, Marx y Nietzsche, y científicos como Humboldt, Einstein, Planck y Gauss. Me hacía sentir extraño y pedir a gritos algo de mi humilde castellano.
Ahora escuchar a las aeromozas el alemán me hacia sentir incomodo y a la vez me hinoptizaba verlas hablar, tan blancas, tan pálidas y preciosas a la vez, “tan muñecas”. -espero que esto no lo lea ninguna alemana-.
Si algo así fue el inicio recién al despegar, imaginen como fue la travesía de dos horas y un poco más con un avión de 150 pasajeros, todos de origen eslavo. Yo era la distinción en el avión. Me acomodé bien al asiento, había escogido anticipadamente estar al lado de la ventana –sabía que a Dios no lo iba a ver y a ningún querubín despistado por aquellas alturas- pues el paisaje es hermoso, nubes y nubes de muchas formas, ninguna igual. Anuncian algo por los parlantes, lo dicen en alemán e inglés, no entiendo que dicen, sigo mirando para ver si veo alguien fuera del avión.
Desabrocho mi cinturón de seguridad y alisto para bajar del avión, thank you! me dice la muñeca germana e igualmente le contesto en mi ingles colegial: thank you!
Bajando las escaleras pienso en el abrigo que olvidé en Lima, porque corre un frío que te voltea la cara, pensé en la puna yendo a Huamachuco. Ya mi tío Manfred –igual se llamaba el mamut de la película “La Era de Hielo” pensé yo- esperaba junto a mi primo Phillip de 17 años. En casa estaría mi tía Esmeralda y mi abuela Victoria de 93 años, feliz de verme.
Así los días empezaban en esta vieja y joven capital alemana, llamada Berlín.
Visitar este país germano es visitar la historia de un pueblo y ser testigos de la grandeza del hombre como también de su ruina. Hay mucha huella en sus estructuras, huellas del pasado, huellas del odio y la intolerancia de personas.
La experiencia en Alemania fue fructífera para mi familia peruana-alemana, para mi familia en Perú y para mí. Resolver sucesos familiares pasados que pueden marcar todo el futuro de una familia viene a ser interesante, y descubrir que siempre se puede abrir nuevamente los caminos antes cerrados, aunque lo vivido ya no sea recuperable; pero yo deseo ser positivo…, siempre dicen que las cosas suceden por alguna cosa, y que los errores que cometen las personas pueden rectificarse, aunque a veces es tarde, pero aunque creo que casi siempre nunca es tarde.
Alemania es un país impresionante; donde por ejemplo si no vez un árbol ves un bosque de árboles por donde vayas. Paisajes maravillosos, paisajes de merecida “postal de recuerdo”, paisajes bañados por el famoso río Spree y el rio Havel. Son “cuadros” únicos, aunque diga álguien que lo mismo se puede ver en Suiza por ejemplo, yo creo que nunca es igual, nunca lo será.
Recorrer Berlín y cruzar la puerta de Brandeburgo, -contruida en 1789-91 y caminar por la famosa avenida Unter den Linden, dejando atrás el famoso Muro de Berlín o lo poco que ahora se puede ver y queda –uno puede encontrar pedazos de “muro” en algún “souvenires” hasta por 40 euros- es increible. Otros edificios famosos entre tantos que hay, es la Iglesia – Kirche - del Recuerdo Kaiser Wilhelm, semidestruida por la guerra; ver loque queda de la estación Anhalter; pararse en el famoso Checkpoint Charlie en la Friedrichstrasse, punto americano de paso del sector estadounidense al sector soviético.
Una ciudad aún con edificios con rastros de hollín, negros, con color a muerte y destrucción, como se puede apreciar en las paredes de la biblioteca, el Domo –catedral- de la Iglesia Protestante –Berlín es una ciudad netamente protestante, a comparación de Koln-Colonia- aunque igualmente se encuentra el “Domo” Católico, -que curiosamente y sin saber porqué, mientras la fachada esta en limpieza cubren el trabajo con una gigantografía publicitando una marca de automóvil alemán, que curiosamente en ese país es usado comunmente como taxi, y en Perú es un lujo, creo que nadie aquí se atrevería a poner un BMW al común como taxi, esto sin menospreciar a los taxistas y sus medios de trabajo tan “cómodos y simpáticos” como un Tico o un Statión Wagon-. Cerca del Domo Católico se encuentra la famosa Universidad Humboldt (1810) que ya adquirió su color original –dicen que tiene un costo demasiado alto tener que limpiar las fachadas de los centros históricos, pero lo hacen poco a poco- junto con otros edificios.
Alemania es también una ciudad moderna, viva y ahora cosmopolita, donde la riqueza se puede palpar, donde por ejemplo los últimos modelos de automóviles estás a merced, Ferrari, BMW, Audi, Porshe, donde hay gusto a lo inimaginable, centros comerciales ostentosos, como el absoluto highlight que es el centenario y famoso "KaDeWe", donde por ejemplo no deja ninún deseo sin cumplir, repito ninguno
La estadía en este país fue formidable. Su gente y su historia son interesantes. Son trabajadores, soñadores de seguir forjando un gran país unido, tolerante. El ritmo de vida alemán es curiosa, su forma de movilizarse, de convivir, la libertad de organizarse, por ejemplo la mayoría de los alemanes no suele almorzar como lo hacemos nosotros los peruanos, alegran el estomago con las infaltables salchichas, papas fritas con cremas y acompañada de la infaltable cerveza alemana, y se ven las caras para la comida –cena para nosotros- por la tarde –noche para nosotros, a eso de las 7:30 p.m. en adelante-
Serían muchas hojas de compartir esta excelente experiencia personal con ustedes, pero lo deseo dejar solamente ahí. Alemania es un país diferente a lo acostumbrado de escuchar. Es un gran país, con excelente historia como también con vergonzoso pasado por unos cuantos personajes que no tuvieron “dos dedos de frente” en sus vidas.
Alemania se levanta y sale otra vez para seguir siendo famosa por su legado, su cultura tejida por la grandiosidad de sus ciudadanos. ¡¡Viajen!!
“La vida tiene su valor
sólo cuando hacemos que valga la pena vivirla”
George William Friedrich Hegel
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